domingo, 30 de noviembre de 2008

El Palacio de Justicia: 23 años de confusión informativa

Holocausto mediático en la toma y la retoma del Palacio de Justicia.

Por: Felipe Santana

Hace ya 23 años sucedieron los trágicos hechos del 6 y 7 de noviembre de 1985 que habrían de partir en dos la historia de la justicia colombiana.

Pese al tiempo transcurrido, la toma del Palacio de Justicia, en manos del M-19, y la denominada “retoma”, a cargo del Ejército, sigue siendo un ejemplo emblemático de impunidad. En este como en muchos otros episodios que involucran el accionar de las fuerzas militares, la justicia se ha revelado lenta e ineficiente. Los presuntos nexos entre el narcotráfico y el grupo guerrillero, por otro lado, siguen siendo un enigma sin resolver.

23 años después conviene reflexionar sobre las enseñanzas y lecciones que le quedaron a la prensa en la cobertura de esas dos grandes noticias que se convirtieron en pruebas para el periodismo colombiano, debido a los poderosos intereses políticos en juego, a las crispadas reacciones sociales y al elevado número de víctimas.

En noviembre de 1985 la hegemonía de la radio era evidente. Caracol, RCN, Todelar, Súper y Radio Melodía eran los medios de mayor penetración en todo el país, no existía la telefonía móvil, pero sí la facilidad de utilizar cualquier teléfono fijo como transmisor. La televisión estaba limitada por el esquema de espacios noticiosos y dificultades técnicas, no habían nacido los canales privados y la comunicación directa al satélite resultaba imposible.

Con estas limitaciones técnicas, el país fue informado de la toma del Palacio de Justicia y de la catástrofe de Armero. En las dos noticias, la especulación informativa fue constante, los datos eran alarmantes e imprecisos. El afán de la radio se centró en sostener las transmisiones en directo, mientras la televisión y la prensa asumían como propias las versiones de la misma radio.

Esta influencia de la radio, en el caso del Palacio de Justicia, motivó la intervención del presidente Betancur en procura de la autorregulación. El estado de sitio limitó el trabajo informativo y, en su momento, la prensa no alcanzó a evaluar las graves consecuencias de las medidas restrictivas expedidas del Gobierno.

Sin duda, el estado de sitio alteró el normal desarrollo profesional del periodismo, obstaculizó la investigación y "ordenó las versiones" al tenor de las fuentes gubernamentales y militares.

Esta circunstancia potenció el periodismo de comunicados, pronunciamientos oficiales, ruedas de prensa y entrevistas pactadas. En consecuencia se contaminó la información.

Pocas voces se levantaron contra el manejo informativo del Gobierno, y la prensa quedó al vaivén de los acontecimientos que se sucedían uno tras otro, sin contexto, sin contraste de fuentes, sin equilibrio.

Igual sucedería unos días después con la tragedia de Armero. Ningún medio demostró estar preparado. La descoordinación fue general. Ni la Defensa Civil ni los bomberos, por mencionar algunos organismos de socorro, contaron con voceros para enfrentar a los periodistas que llegaban al lugar a buscar información.

El afán por nuevas historias, casi todas separadas y pequeñas, alejó a la prensa del hecho central. La radio quiso ir más allá de las noticias y dedicó espacio a las crónicas que, como en la televisión y prensa, buscaban remover el corazón, ir al sentimiento sin ahondar en causas y consecuencias del desastre.

2 comentarios:

dorisrico2003 dijo...

sabes felipe, es una realidad que muchos han querido olvidar, muy interesante.

Felipe Santana dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.