sábado, 30 de enero de 2010

“El efecto más lamentable, más que la prostitución, es que nosotras no podamos concebir el travestismo sin la prostitución”.

Por Felipe Santana

Si se le echara un vistazo a la carrera 15 en una noche normal, todas las piezas estarían en su sitio, peatones, rumberos, clientes y prostitutas y allí si se le diera una mirada de reojo, se vería deambular de jueves a domingo a una mujer de espalda ancha, brazos de gladiador, y mandíbula y nariz de boxeador, más de cerca, se vería que no se trata de una simple mujer, es más bien un hombre que salió igualita a la mamá.

Daniela es un travesti de 28 años, estudió 5 semestres de derecho en una universidad muy reconocida, tuvo que abandonar sus estudios por razones económicas; es trabajadora sexual de la localidad de Chapinero hace 4 años, ella como muchas de sus compañeras, aseguran que se sienten abandonadas por parte del Estado y que la segregación social no disminuye sino que por el contrario aumenta cada día más.

Felipe Santana: Daniela, ¿cómo fue esa transición del derecho a la prostitución?

Daniela: Yo comencé a estudiar derecho cuando tenía 21 años, mi familia nunca tuvo mucho plata, pero nunca nos faltó la comida, y a la hora de estudiar pues usted sabe que los hombres en la familia siempre tienen como la preferencia, pero a mi papá le salió este hijo como raro (risas), él nunca quiso aceptar que a mí me gustaban los hombres, él siempre creyó que eran cosas de jóvenes y que se me iba a pasar como una gripa.

A mi papá lo liquidaron de Colmotores allá trabajó muchos años y con esa plata me pudo matricular en la universidad, eso sí todos los días me tocaba llevar el almuercito, porque si había para semestre no había para almuerzos en restaurante, allá duré dos años y medio; hasta que mi papá se enfermó, le diagnosticaron cáncer en el estómago y hasta ahí fue universidad porque los costos para mantener a un enfermo de cáncer son muy altos porque el seguro no le cubría nada de lo que necesitaba, ahí me di cuenta que si quería tener plata ya no podía depender de mis papás, entonces me acordé de una amigo de la universidad que tenía un bar en la 15 con 75, le pedí que me ayudara con trabajo como mesero o lo que fuera, él me ayudó y entré como mesero, me pagaban a veinte mil pesos el turno. Uno estando en ese mundo pues se hace amigo de todos, siempre que salía a fumarme un cigarrillo me ponía a hablar con las travestis que se la pasaban por ahí, hasta que nos hicimos buenas amigas, yo les contaba mi situación y ellas me contaban las cosas que les pasaban a ellas, entre todas esas charlas, me di cuenta que yo vivía como en un mundo de fantasía, porque yo no era quien quería ser, yo nunca quise estudiar derecho, ni nunca quise ser el hombre de la casa, estaba cansada de esa vida, además vi en eso una buena forma de hacer platica y poder irme de la casa para que ya nadie me jodiera más, yo me decía a mí mismo, bueno, si realmente siento que soy una mujer atrapada en un cuerpo de hombre, por qué no vestirme como mujer, y ahí comencé a andar con las que ahora son mis mejores amigas, con ellas aprendí todas las mañas del negocio y bueno, ahora estoy acá hecha toda una mujer, puta, pero mujer, (risas).

Felipe Santana: ¿Cuáles son “las mañas del negocio”?

Daniela: A mí no me gusta revelar mis secretos, yo soy como el mago; pero le voy a decir uno, cuando la Policía me requisa siempre me meto la plata y el perico en la peluca, porque ellos nunca le van a revisar a usted una peluca, siempre le preguntan, ¿eso es pelo de verdad?, y yo les digo, sí, y me hago una moña.

F.S: ¿Cómo es la relación con su padre después de este cambio que usted hizo en su vida?

D: Yo no me hablo con él ni con nadie de mi familia desde que yo me metí en esto, una vez me encontré a mi mamá de frente y no me saludó.

F.S: ¿Cuál ha sido el logro más grande que ha obtenido como travesti?

D: Del logro que más me enorgullezco es que muchas travestis hemos dejado de ser víctimas pasivas para ser víctimas activas. En la medida en que nosotras vamos cambiando, la sociedad va cambiando. Y es porque nosotras nos volvimos sujetas peligrosas. Primero sujetas de conciencia, después sujetas de derecho y sujetas demandantes. Por ejemplo, el año pasado una compañera decidió terminar el bachillerato, yo la acompañé por si le decían algo. Cuando fuimos la rectora nos dijo que no había cupos, y no es un colegio con un ingreso estricto ni nada de eso. Mi logro en lo personal fue decirle: “mire señora, replantee su situación porque yo le voy a interponer una demanda que usted no la va a olvidar jamás”. Ese es el cambio, obligar a todo un colegio a convivir, o por lo menos a respetar a una travesti, y la experiencia es maravillosa.

Las compañeras travestis también lo van haciendo. Unas amigas tomaron un chochal donde trabajaban y eran muy explotadas: esas son sujetas demandantes. Le están diciendo al Estado: primero, no nos van a poder atropellar tan fácilmente porque tenemos derechos. Y segundo, quiero dignidad de derechos como cualquier otro.

F.S: Usted trabaja en la calle, se arriesga a muchos peligros que pueden afectar su salud, ¿usted está afiliada a algún tipo de seguridad social o EPS?

D: Pues hace como 1 años me afilié a Coomeva porque era más barato que las otras EPS, me tocó afiliarme porque estuve muy mala de un tobillo, los primeros días me atendieron bien, pero después cuando iba a los controles en la 68 con 17, el guarda me miraba de arriba abajo y me preguntaba que para dónde iba, hasta que no le mostraba el carné y la cédula no me dejaba pasar, mientras a las demás personas no les decía nada; duré en esas como 2 meses pero me cansé de que todo el mundo me mirara raro, una vez un médico no quiso atenderme, quién sabe qué le habrá pasado, yo pienso que lo asustó ver tanta carne y tan buena (risas).

F.S: ¿O sea que en la actualidad usted no tiene seguro médico?
D: No.

F.S: ¿Qué hace usted cuando se enferma?

D: Siempre voy a una droguería que queda allí como a 3 cuadras, la dueña es una viejita muy buena gente, ya nos conoce a todas, ella es la que nos vende pastas, nos pone inyecciones y esas cosas.

F.S: Anteriormente me dijo “ya nos conoce a todas” refiriéndose a la propietaria de la droguería, ¿entonces usted no es la única que asiste a este lugar en busca de servicios médicos?

D: No, si allá vamos todas las que trabajamos por ahí, es lo que le decía la señora es una viejita muy linda que nos trata bien y nos deja barata la droga.

F.S: ¿Usted conoce o ha hecho parte de algún plan del gobierno que se destine a brindarles seguridad social a ustedes?

D: No, nunca, pues a veces vienen los de la Alcaldía a darnos charlas sobre enfermedades y nos regalan cantidades de condones, una vez vino una psicóloga del centro LGBT a invitarnos a unas reuniones que hacen los martes, pero nadie fue, eso es una gastadera de palta.

F.S: Daniela, de sus amigas travestis que trabajan en establecimientos y no en la calle, ¿conoce de algún sitio que si las afilie a algún tipo de seguro médico?

D: Pues yo sólo conozco uno, hay un chuzo que los dueños son los mismos de la Cascada, ahí sí las afilian pero no a todas, sólo como a 10 que ya llevan arto tiempo trabajando ahí, y porque les toca tenerles papeles, porque a las nuevas les dicen: venga este viernes y el otro viernes no, es muy rara la vez.

F.S: Cambiando un poco de tema, la segregación y la discriminación social es evidente en este trabajo teniendo en cuenta una condición sexual distinta al ideal heterosexual. Prostitución y travestismo, ¿cuál es la relación?

D: La prostitución sigue siendo la única alternativa. Nosotras no podemos hablar de que acá se elige la prostitución. Se podría hablar de elección si pudiéramos acceder a trabajos comunes. Entonces sí, yo opto y puede que sea todo tan democrático que esté eligiendo prostituirme. Pero no es el caso de las travestis, que no tienen otra alternativa. Y el efecto más lamentable, más que la prostitución, es que nosotras no podamos concebir el travestismo sin la prostitución, nosotras nos constituimos en la prostitución, no para la prostitución pero sí en la prostitución.

F.S: Muchas gracias Daniela.

La seguridad social para la población de trabajadoras sexuales travestis no es una realidad, ni siquiera un futuro cercano, muchos proyectos y planes están sobre la mesa, pero nadie los aplica al beneficio de esta sociedad olvidada, marginada y segregada a utilizar la droguería de la esquina.

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